Johnny Montalvo Falcón
Pero Humala ya nos tiene acostumbrados a
sus “cambios”, a su “gran transformación” (la única que ha habido hasta ahora) permanente,
a decir y desdecirse con facilidad. El Presidente pasó de un discurso radical y
chavista en el 2006 a un discurso menos radical en el 2011. Y en el tránsito
entre la primera y segunda vuelta del 2011 ocurrió su “gran transformación” que
permitió el apoyo de los autodenominados “garantes” (Mario Vargas Llosa y
Alejandro Toledo) y su posterior triunfo electoral sobre Keiko Fujimori por un
estrecho margen de votos. En estos dos años Ollanta Humala mantuvo el modelo
económico Fujimorista en “piloto automático” (como en los gobiernos de Toledo y
García), pero parece ser que no lo hizo por “convicción” sino porque le
permitía afianzarse en el poder y contar con el apoyo de la derecha y de los “poderes
fácticos”, así como el beneplácito de la Embajada de los Estados Unidos y de la
mayoría de países occidentales (recordemos el lobby de Salomón Lerner ante los
Embajadores occidentales antes de ser candidato en el 2011). Ollanta Humala ha
estado guardando su polo rojo chavista de la campaña del año 2006 para poder
gobernar con relativa calma en estos casi dos años de mandato. Mientras tanto pareciera
que tuviera una red de aparatos “paralelos” en el Estado peruano que obedecen
directamente a él y a su esposa. Y en el Congreso, a través de dadivas y componendas
(al estilo fujimorista de los noventa), ha sabido mantener la “estabilidad”
necesaria para poder ir armando el proyecto reeleccionista a través de la
candidatura de su esposa en el 2016. Ollanta Humala ha cambiado muchas veces
pero parece que hay algo permanente en su voluntad política: quiere permanecer
en el poder.
Como otros caudillos autoritarios de
nuestro Continente y de nuestra propia vida republicana, Ollanta Humala cree
que se necesita de su continuidad en el poder para que las cosas marchen mejor
en el país. Y sus seguidores ya comenzaron la campaña en todas las redes
sociales contra todos los posibles candidatos que son “corruptos” (Alan García),
“viciosos” (Toledo), “autoritarios” (Keiko) y “perdedores” (Castañeda). En el
imaginario colectivo del nacionalismo existe la justificación de la “perpetuación”
en el poder porque “no hay mejores candidatos”. Los propagandistas del nacionalismo
en todas las redes sociales e Internet no cesan en sus ataques a los políticos “corruptos”
(ya no se dice “tradicionales” como en la época de Fujimori) y en dejar bien en
claro que la única opción “democrática” y “decente” estará representada por
Nadine Heredia en el 2016. Desde que comenzó este gobierno, Ollanta Humala y su
entorno más íntimo han estado preocupados en ir destruyendo los “prejuicios” y
antiguos temores que suscitaba su actividad política. Pareciera que Ollanta
Humala se siente muy bien ocupando el cargo de Presidente y que le costaría
mucho trabajo dejar el poder por lo que considera necesario mantenerse en el
mismo a cualquier costo a través de la “reelección encubierta”. Muchos “líderes”
de los demás partidos de centro y de centro derecha no ven con malos ojos al
Presidente y es probable que se den muchas deserciones y “transfuguismos” en los
próximos años sí es que la “opción Nadine” adquiriera fuerza y “legalidad”. Y
la izquierda en el Perú, que ha sido “ingenuamente” apoyada por Lourdes Flores,
PPK y hasta la CONFIEP, seguramente también dará su apoyo a la intentona de
continuidad en el poder de los Humala-Heredia.
Y esto que se está construyendo desde
las altas esferas del poder tiene y tendrá apariencia de “legalidad” y de
respeto a las normas Constitucionales, que como dice el “oficialista” Heriberto
Benitez en la “pirámide Kelseniana” tienen primacía sobre las demás normas. Ya
un constitucionalista de prestigio, el doctor Francisco Eguiguren, ha señalado
que la postulación de Nadine Heredia en el 2016 es legítima porque la Ley que
actualmente lo prohíbe es anticonstitucional. Las Dictaduras siempre buscan la
apariencia de legalidad para poder nacer, crecer y desarrollarse, sólo cuando
son tan “necias” de considerarse “eternas” y pensar que no necesitan de esa “apariencia”
es que comienza su proceso de derrumbamiento. Recordemos el desparpajo de la “interpretación
auténtica” para permitir la re-reelección de Fujimori. La “legalidad” siempre
es aducida por las Dictaduras, pero llega un momento en que respetarla
constituye una traba, un mecanismo que impide ejercer el poder como al Caudillo
le gusta. Esto es lo que sucedió en las postrimerías del Fujimorato. Esto es lo
que está sucediendo en Venezuela el día de hoy. El ex dictador Hugo Chávez se
servía de la apariencia de legalidad para continuar en el poder. Pero hoy en
día hasta las elecciones se han convertido en una traba para su delfín, Nicolás
Maduro. Este personaje, que parece haber salido de alguno de los cuentos de
García Márquez hoy en día no sabe cómo utilizar el gigantesco “andamiaje”
construido por su predecesor para poder mantenerse en el poder. Maduro no ha
podido siquiera ganar contundentemente una elección a pesar de todas las
irregularidades que se han cometido en ese proceso electoral que ha sido más
escandaloso y descarado que el de Fujimori en el 2000. Y he aquí otra “gran
transformación” de Ollanta Humala que fue capaz de levantarse en armas
aludiendo el derecho de insurrección contra un gobierno “ilegitimo” y que
ahora, dando otra vuelta de 180 grados, felicita al ganador de un proceso
electoral irrito, y se da el trabajo de llamar a todos los presidentes de
UNASUR para ir a avalar el resultado de unas elecciones que fueron más fraudulentas que
las del Perú en el año 2000. Humala contra Humala.
Hagamos un esfuerzo para comprender todo
el “montaje” de este “apoyo” de UNASUR a la elección de Nicolás Maduro en
Venezuela. En Perú el presidente Ollanta Humala es uno de los primeros (sino el
primero) en felicitar el triunfo de Maduro y éste señala que ha recibido “consejos”
del presidente peruano. Pero Ollanta Humala todavía quiere respetar las “formas”
democráticas porque todavía no es un Dictador y acude a “negociar” con la
bancada de Perú Posible para conseguir el apoyo en el Congreso para la autorización
de su viaje a Venezuela (de acuerdo al numeral 9 del artículo 102° de la
Constitución). Alejandro Toledo, critica las elecciones en Venezuela, pero
llama a todos los miembros de su bancada para que den su voto a favor del viaje
del presidente a Venezuela (según versión del dirigente de Perú Posible, Daniel
Mora), el “garante” se compromete así más con el Gobierno ¿a cambio de qué? (todavía
esto no se sabe). Pero aún con este as bajo la mano, Ollanta Humala, no quiere
quedar mal ante la Embajada de Estados Unidos y mientras envía a su esposa a
Washington, él como presidente pro tempore de la UNASUR convoca a los
presidentes para una reunión extraordinaria que tiene en la Agenda “apoyar el
proceso democrático en Venezuela”. En el conclave de madrugada Humala expresa
su apoyo a Nicolás Maduro pero por presión de Brasil y Colombia se acepta el “reconteo
de votos” planteado por el candidato Capriles, a cambio del reconocimiento “formal”
de UNASUR a la elección de Maduro (según lo señalado en una entrevista a “El
País” por Ricardo Hausmann, exministro venezolano y profesor de Harvard
University). Y como al presidente de la República le corresponde dirigir la
política exterior del Estado y las relaciones internacionales (según el numeral
11 del artículo 118° de la Constitución), viaja con todos los demás mandatarios
a la investidura presidencial de Maduro, justificando su proceder en una
apariencia de “legalidad” y de respeto a la Constitución y a los tratados
internacionales.
Debo añadir que según el artículo 55° de
nuestra Constitución “los Tratados celebrados por el Estado y en vigor forman
parte del derecho nacional”, por lo tanto, el Tratado de UNASUR conforma
nuestro ordenamiento jurídico. Y como el artículo 118° de la Constitución
señala en su primer numeral que corresponde al presidente de la República “cumplir
y hacer cumplir la Constitución y los Tratados, Leyes y demás disposiciones
legales”, entonces nuestro actual presidente ha procedido en el más absoluto
respeto de nuestro ordenamiento jurídico! Y este "proceder" continuará así hasta con la postulación ilegal de su esposa. Si bien es cierto que la UNASUR fue
una organización creada por el difunto dictador Hugo Chávez para contraponerla
a la OEA, también es cierto que UNASUR se viene convirtiendo más en una organización
internacional de carácter político que sirve a los intereses “imperiales” de
Brasil y su política de “hegemonía” en la región sudamericana, así como en un mecanismo
de legitimidad para los procesos reeleccionistas que están “de moda” en la
región sudamericana desde los años noventa. El continuismo en el poder es el
único punto en común que comparten los gobernantes de derecha e izquierda (Castro
y Pinochet, Lula y Santos). Los gobernantes sudamericanos se creen “iluminados”,
“predestinados”. Muchos de ellos se creen “salvadores” de Repúblicas que viven
sumidas en la inflación y la violencia delictiva como Venezuela, o en el desbarajuste
económico y la crisis política como Argentina. Ollanta Humala se va sumando con
su reciente proceder a ese grupo de gobernantes que cree que a través de un “reconocimiento
internacional” se puede avalar el continuismo en el poder y el resurgimiento
del autoritarismo en toda la región. Humala contra Humala. Se vienen malos tiempos
para la Democracia en Sudamérica.
Lima, 19 de abril de 2013.
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